LA
ARQUITECTURA, EL ARTE Y LA SOCIEDAD DE LA PROPAGANDA
A nivel sociológico, ¿qué caracteriza al proyecto?
En la
sociedad actual, la economía parece ser el punto central de toda discusión, la
política se ve degradada a una serie de movimientos que dan una respuesta a
unas necesidades económicas sin conseguir responder a las necesidades de
carácter político en su variedad de temas. Todos estos temas alejados de la economía
se quedan al nivel de las conversaciones de café o cerveza con los conocidos, los temas de la ciudad (política) se convierten de ésta forma en la discursión de aquel que parlotea.
Se podría
decir que la economía como aguarrás ha
disuelto todo pigmento político.
El arte lo ha registrado, todos los movimientos artísticos desde después de la Segunda Guerra Mundial muestran éste cambio. El arte es algo que se compra y se vende, un cuadro es una acción de un pintor, o empresa, que es publicitado para fomentar el producto de forma que el precio de esas acciones se eleve, y se convierta en mercancía ya no por el carácter artístico subyacente sino porque es un modo de inversión. Éste fenómeno fue apoyado por el mismo fundamento o manifiesto del arte pop. Warhol veía en una obra de arte un elemento productivo, nunca algo artístico. Lo artístico, así como lo histórico queda deslegitimado por movimientos pseudoneosocialistas que lo consideran una exaltación estúpida o una manualidad como las de parvulario cutre de colegio de monjas. Éstas técnicas, y la importancia fundamental de la producción en masa hacen que el tema pierda valor y termine por desaparecer. La producción en masa debería permitir un mayor alcance de la obra, aunque posteriormente ésta producción acabe por desaparecer para conseguir un alto precio de la obra de arte.
El arte lo ha registrado, todos los movimientos artísticos desde después de la Segunda Guerra Mundial muestran éste cambio. El arte es algo que se compra y se vende, un cuadro es una acción de un pintor, o empresa, que es publicitado para fomentar el producto de forma que el precio de esas acciones se eleve, y se convierta en mercancía ya no por el carácter artístico subyacente sino porque es un modo de inversión. Éste fenómeno fue apoyado por el mismo fundamento o manifiesto del arte pop. Warhol veía en una obra de arte un elemento productivo, nunca algo artístico. Lo artístico, así como lo histórico queda deslegitimado por movimientos pseudoneosocialistas que lo consideran una exaltación estúpida o una manualidad como las de parvulario cutre de colegio de monjas. Éstas técnicas, y la importancia fundamental de la producción en masa hacen que el tema pierda valor y termine por desaparecer. La producción en masa debería permitir un mayor alcance de la obra, aunque posteriormente ésta producción acabe por desaparecer para conseguir un alto precio de la obra de arte.
En la Arquitectura ha sucedido lo mismo, aunque quizá más tardíamente. Las
arquitecturas de los grandes arquitectos de la contemporaneidad, los “arquitectos estrella” son unas
arquitecturas absolutamente deficientes en todos los aspectos excepto en su
formalismo especial o en sus publicaciones.
El esfuerzo,
de hecho, parece más importante en la
publicidad de éstas “imágenes” que en el trabajo profesional del Arquitecto, es una arquitectura falsa, cuya lugar no es un espacio físico, sino un espacio imaginario en algún archivo de Photoshop. Y el papel lo aguanta todo.
Arquitectos
como Frank Gehry, Peter Eisenman, Zaha Hadid, Santiago Calatrava, Richard Rogers, Norman Foster, Joaquín
Torres, y demás se han abanderado de la arquitectura
de revista. No hay publicación que no los recoja. Su esfuerzo fundamental
está en el cómo se ve antes del qué es. Lo que aparece presente es el
capitalismo. Los ayuntamientos no quieren un buen arquitecto, quieren el arquitecto famoso. Tanto formalismo muestra habitualmente deficiencias en las
capacidades más básicas de la arquitectura. Problemas en la construcción, los
materiales o incluso la funcionalidad y morfología determinan un camino de
deslegitimación de todo lo puramente arquitectónico, y el esfuerzo que se hace en las Escuelas de Arquitectura para evitar el arquitecto ganso.
Creo que
en un proyecto como éste, dedicado a la
publicidad por la presencia del turismo tiene que tener en cuenta que la arquitectura ha de asumir la condición
que el capitalismo le imprime para poder luchar contra ella. En la imagen “El
Partenón Inglés” quiero mostrar que pese a todo el contenido simbólico,
iconográfico e histórico que contiene, el capitalismo va a imponer sus
necesidades y va a hacer olvidar la arquitectura.
Propongo un proyecto
que trate de superar éstas posibilidades, que tenga espacio para el hecho
propagandístico pero que éste hecho quede ridiculizado por la arquitectura, y
no al revés.Al mismo tiempo que asuma lo turístico sin convertir la arquitectura en un pastiche triste de soluciones de grafismo infantil.
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